Reflexión para la comunidad
La vida en comunidad es como cuidar un jardín compartido: cada uno aporta semillas, pero también puede, sin querer, pisar las flores del otro. No se trata de buscar culpables, sino de entender que todos somos parte del mismo suelo.
¿Qué pasaría si, en lugar de ver al vecino como un adversario, lo viéramos como alguien que, como nosotros, solo busca vivir en paz? Las críticas duelen más cuando se lanzan al aire, pero sanan cuando se conversan con respeto. Los grupos de WhatsApp pueden ser ventanas para unir o muros para dividir: ¿Usamos las palabras para construir puentes o para cavar trincheras?
El cargo de presidente es un servicio, no un poder. Quien lo asume merece apoyo, no obstáculos. Y quien ya lo fue, debe tener la sabiduría de guiar sin imponer. ¿No sería mejor sumar experiencias en lugar de restar oportunidades?
Las denuncias y los rumores envenenan la confianza, y sin confianza, no hay comunidad. Valdría la pena preguntarnos: ¿Esto que digo o hago alimenta el bien común o solo mi enojo momentáneo?
Quizás la solución no está en grandes gestos, sino en pequeños cambios:
- Escuchar antes de juzgar,
- Agradecer antes de exigir,
- Ayudar antes de criticar.
Al final, las casas son de cada uno, pero el vecindario es de todos.
¿Qué semillas queremos plantar hoy para el mañana?
ChatGPT, un vecino más.