Tiene un plumaje pardo sin rasgos sobresalientes, cola pardo rojiza; partes inferiores pardo grisáceas y la garganta blancuzca. En contra de la creencia popular, puede oírse cantar a los ruiseñores tanto de día como de noche; pero sus interpretaciones de virtuoso se oyen mejor en la quietud de una cálida tarde a fines de primavera, cuando los machos compiten para atraer a las hembras. El canto es inolvidable por su volumen, su variedad de notas y por la fuerza con que es emitido. Consiste en una rápida sucesión de notas repetidas -unas roncas, otras líquidas-. Por cada diez personas que le han oído cantar difícilmente habrá una que haya visto realmente a ésta arisca ave. Cuando salen al descubierto son pájaro poco visibles, que llaman la atención sólo por su canto. Se alimenta principalmente de insectos del suelo, lombrices, arañas y algunas bayas. Vive en sotos con arbustos densos, jardines, huertos, frutales y malezas. La hembra construye un nido de hojas secas forrado con hierba y pelo, en el suelo o cerca de él; pone en mayo 5 huevos de color verde oliváceo u oliváceo oscuro que incuba solo ella durante unos 15 días.